Allí estábamos tu, la luna y yo… yo te miraba a ti… tu me
mirabas a mi… y la luna nos miraba a los dos.
Entonces guardaste silencio, me miraste, miraste a la luna,
al suelo y me volviste a mirar (como
cada vez que algo se te pasaba por la cabeza, ese algo siempre era algo que me
hacia estremecer).
.- ¿Me prometes que algún día me llevaras a París para que
yo la vea?- Me dijiste mordiéndote los labios mientras sonreías.
Guarde silencio durante unos segundos y tome aire y te dije
al oído...
.- Te llevare a París pero para que París te vea a ti.