Cuando eras un mocoso cada vez que había tormenta truenos y rayos, mientras temblabas por el miedo llamabas a tu Madre lloriqueando.
.- Mamá, mamá tengo miedo.
Y ella venia rápida a tu cuarto y encendía la luz y te abrazaba con fuerza con ese olor que solo tienen las madres y que cuando tienes 5 años eres capaz de oler y tranquilizarte. Venia se sentaba en el borde de la cama y te acariciaba el pelo y te besaba en la frente y te decía.
No llores cielo que aquí esta mamá y no dejara que nunca te pase nada.
Ahora con veintimuchos, muchas noches te despiertas llorando con el mismo miedo aunque las tormentas sean otras. Y entonces rezas a tu Mickey Mouse vestido de mago como en la película fantasía que te mira desde la estantería que te vuelve a convertir en un niño de cinco años para poder llamar a tu madre y que venga rápido con su olor de madre y te de de otro beso en la frente y te repita eso de.
No llores tesoro que aquí esta mamá y ella nunca dejara que te pase nada.
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