Es
viernes en el colegio, faltan minutos para que acabe la clase y empiece el fin de semana, y toda la clase
está impaciente menos ella.
Que
reza para que llegue pronto el lunes y lo pueda volver a ver. Porque los días
que ella no lo ve a él se siente tan vacía tan triste tan llena de nada, que
este donde este solo puede pensar en el. Ese chico de clase que le gusta desde
hace dos años que tiene miedo de decirle todo lo que siente por el por el miedo
de caer en el abismo de su indiferencia, las clases llegan a mediado de mayo
falta poco para que el colegio acabe para que cada uno de esa clase tome su
camino y quien sabe quizás para no volverlo a ver más. Suena el maldito timbre
que da comienzo al finde, la gente se apresura a no perder ni un segundo más en
la escuela y ella anda detrás del imaginando que lo que lleva el en la mano no
es una carpeta y es su mano y entonces es feliz en una realidad imaginaria y lo desea tanto que sabe que nunca se convertirá
en algo real porque por una extraña razón, lo que más deseamos nunca se acaba
de cumplir
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