Y
allí estaba la salada claridad la cuna de la libertad, la niña Gades la
de los tres mil años, dándome besitos de platas, abrazándome tan fuerte llenándome
el alma de su alegría de su gente, susurrándome al oído que por mas cosa que
nos pasen, nunca nada ni nadie me podrá arrebatar de su lado.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario