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martes, 18 de octubre de 2011

Tú, yo y los diez mandamientos.


Pienso en ti, y me veo incapaz de cumplir ni un solo de los mandamientos. Supongo que eso será un pecado gordísimo  y que el día que me muera las puertas del Averno se abrirán de par en par.  Y que los demonios que allí viven me esperaran con las manos abiertas con sus lenguas escupiendo fuego. Mientras escribo esto estoy repasando los mandamientos por si alguno puedo convalidar y por lo menos quedarme en el purgatorio hasta conseguir el perdón divino.
Amaras a Dios sobre todas las cosas.
Eso dice el primer mandamiento divino, pero yo solo quiero amarte a ti sobre todas las cosas. Porque si tú me dejaras yo solo te amaría a ti sobre el bien sobre el mal sobre la vida y sobre la muerte, sobre Dios y sobre todas las cosas materiales e inmateriales.
No tomaras el nombre de Dios en vano. Santificaras el Día del Señor
Yo no te juro por Dios que viviré cada día por ti y para ti, yo quiero jurártelo delante de el si es necesario. Y solo santificare los días en los que amanezcamos en la misma cama y en los días que me levante y mi primer pensamiento seas tú.
Honraras a tu padre y a tu madre.
Honrare tu vida y la mía, tu sangre, tu nombre, tu cuerpo, tu vida, la claridad de tus ojos miel.
No mataras.
Este sería el primero que me saltaría sin pensarlo, si tú me besaras y me cogieras de la mano para no soltármela nunca, mataría a la soledad, a la pena, al dolor. Con la espada de tu dulzura y de tus encantos de mujer.
No consentirás deseos ni actos impuros- No cometerás actos impuros.
Cada noche pienso si estuvieras conmigo, estaría toda la noche haciendo todo tipo de perversiones en honor al amor. Así que otros dos mandamientos que no podría cumplir.
No robaras
Juro robarte todos los besos que sean posibles
No levantaras falsos testimonios
Mentiré a mi corazón y le diré que nunca fue amor aquello que sintió si no eras tú la que se lo hacía sentir.  
 No codiciaras los bienes ajenos
Ya te codicio a ti, que no eres un bien ajeno, porque no perteneces a nadie. Pero bueno si codicio tu corazón  y tu boca y tus ojos claros de miel, codicio tus caricias y tu pelo corto, codicio ser el dueño de tu sonrisa y codicio soñar a tu lado.

 Si es un pecado quererte y codiciarte, soñar contigo aunque no esté dormido, pensar en ti hasta cuando te tengo delante. Tener miedo a que te vayas, morirme de celos al saber que piensas en otro que no soy. Si levanto la ira de algún Dios del cielo no quiero que me perdone.

                                                                                 Doy fe con la sangre con la que te escribo. 

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