Recuerdo aquella noche en el puerto marítimo de aquel pueblo costero, de
nuestra última noche de aquel verano. Fue el mejor verano de mi vida por la
mañana piscina o playa, por la tarde bicicleta y después de cenar quedábamos tu
y yo a mirar el mar y hablar, pequeños placeres cuando uno tiene doce años. ¿Verdad?
Pero esa noche era la mía y la de Marta, la de dos amigos de doce años que por
una extraña razón habían conectado como si se conocieran toda la vida y esa conexión
es capaz de iluminar una ciudad entera. La pandilla se metía con nosotros y nos
decían que éramos novios…… y nos enfadábamos, sabes si ahora volviera a esa situación
diría un OJALA. Pero bueno volvamos a aquella noche rara, donde no paraban de
pasar gatos, donde los barcos se mecían al son de la marea y los barcos
pesqueros se veían pescar al fondo en el mar. Nos prometimos que volveríamos a
ver el siguiente verano y que nunca pero nunca nos íbamos a olvidar uno del
otro y que siempre pero siempre siempre hasta cuando llegara el año 2000 seguiríamos
siendo amigos aunque tuviéramos novio y novia y tuviéramos niños y con 18 años
nos fuéramos de casa. Paso un año y de
nuevo vino un verano más, pero el destino no me llevo al pueblo aquel, y no volví
a ver a Marta en mi vida. Donde quieras
que estés quiero que sepas que aquel niño de 12 años con 17 años más no se ha
olvidado de ti. Y que algún día volverá aquel puerto a sentarte bajo la misma
luna mientras ve los barcos pescar con la esperanza de un niño, de que tú me
esperes allí sentada después de comer.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Qué historia tan preciosa. Me ha puesto la piel de gallina.
ResponderEliminarPD: Como ya dije, cada vez que escribas una entrada me tendrás por aquí como un clavo! Ñé!
Alma. :)
Uff que precioso .. Por un momentito me has llevado a aquella playa..
ResponderEliminar