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miércoles, 24 de marzo de 2010

En la distancia

Era Martes Santo en Sevilla, un martes cualquiera en la ciudad de Sidney y se disponía a desayunar para irse a trabajar en Sevilla eran las ocho de la tarde, En Sidney poco mas de las seis de la mañana. Por primera vez en su vida, estaba lejos de su hermandad un martes santo. Lo que no pudo ni la varicela ni una gripe ni siquiera aquel año que se partió una pierna. Lo consiguió una multinacional que no entendía que era martes santos y ese día salía el Dulce Nombre. Se levanto con un nudo en la garganta, respirando deprisa para no romper a llorar. Acabo dejando el desayuno que se había preparado porque era incapaz de tomar nada. Sabia que en la otra parte del mundo en su ciudad eterna, en la plaza de San Lorenzo estaría llenita de una multitud impaciente por ver a su morena del Dulce Nombre.
Camino del trabajo sonó su teléfono móvil y cuando descolgó, escucho el silencio de la multitud y como los sones de la marcha real retumbaban en sus oídos y su corazón empezó a acelerarse mas aun, cuando se imaginaba el misterio del barrio de San Lorenzo navegando por las calles de Sevilla.
Pero tuvo que colgar, todo aquello le hacia daño, no podía permitir que su cabeza fuese donde estaba su corazón porque si no todo seria mas duro aun.
Llevaba tiempo intentando concienciarse de que solo era este año que ya no volvería a faltar nunca mas a su cita de túnica blanca.
Por fin llego a la bahía de Botany. Pero su mente le volvió a dar un chispazo y sobre el agua le pareció ver el misterio de su hermandad andando por la plaza del duque, mientras la campana lo esperaba un año mas, con la banda de las cigarreras tocando marchas sin parar. Cerro los ojos y hasta le pareció oler a azahar y a incienso. Confuso y nervioso se dio la vuelta de nuevo a casa, y cojio su medalla y se la puso y entonces volvió a cerrar los ojos. Y su casa se volvió en San Lorenzo en madrugada del miércoles santos, con su cristo abofeteado por Malco. Se apretó fuerte la medalla con su pecho. Y entre lágrimas le pareció escuchar el rumor de bambalinas de su virgen morena. Seguía allí en Sidney era medio día, pero su corazón y una parte de el, estaba en San Lorenzo un año mas ………..

1 comentario:

  1. En las antípodas del alma, es donde más resuenan los ecos, de esas bambalinas, de esos tambores con olor a tabaco.
    Porque hay veces que una bofetá nos devuelve a la cruda realidad, mientras tanto, y con la cara marcada, esperaremos ...a llenar nuestras hombreras de cal, por una calle estrecha, estrecha de Sevilla.

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